--Oscar Sierra Quintero©
En un principio fue la imagen. Cuando nuestros lejanos antepasados intentaron dejar un mensaje para la posteridad, más allá de la palabra hablada, sus rústicas manos se suavizaron en un fino trazo. Esbeltos bisontes ocre y bermellón, caballos de ébano y ciervos cordobán nos narraron entonces, a través de los milenios, una emocionante historia de intrépidos cazadores con sus sueños, alegrías y frustraciones, luchando por sobrevivir en las rudas condiciones que sucedieron a la última glaciación.
Siglos antes de la invención del primer alfabeto, el hombre aprendió a comunicarse a través de la imagen. Desde entonces, la "manía icónica" acompañó el largo proceso evolutivo de la comunicación humana, refinándose y adaptándose a todas las épocas, en las diversas razas y culturas del orbe.
La invención de la escritura no sustituyó la narrativa de la imagen. Antes por el contrario, la complementó, asimilándose ambas mutuamente en una hermosa simbiosis. Ya en plena Edad Media europea los monjes copistas aportan lo elementos de estas primeras alianzas imagen-texto en los preciosos incunables profusamente ilustrados que aún hoy día nos deslumbran. En la América Precolombina, los "Tlacuilos", artistas de alta jerarquía maya-azteca, hacían otro tanto en sus no menos artísticos códices.
Con la invención del papel y la imprenta, la arremetida imagen-texto fue entonces incontenible, Creciendo en progresión geométrica, a través del efecto multiplicador de las prensas surge, como avanzadilla de esta peculiar forma de comunicación, la caricatura satírica, De la mano de grandes maestros tales como Francisco de Goya, Gustavo Doré y Honoré Daumier, la Caricatura comienza con la insustituible labor de llevar su tácito mensaje visual más allá de donde jamás podría hacerlo la sola palabra escrita, derribando las barreras lingüísticas y culturales y construyendo, al mismo tiempo, los auténticos primeros puentes de comunicación global entre el variado mosaico de pueblos y razas habitantes de la "barriada planetaria” que ya se vislumbra.
Nace entonces el siglo XX. Con él nace también el avión, el telégrafo el automóvil y la imprenta automatizada. Con esta última, a través de los periódicos de grandes tirajes (su producto más representativo) sobre¬viene la eclosión final del largo camino recorrido por la imagen dibujada y la palabra escrita, primero en la prehistórica piedra, posterior¬mente en los clásicos papiro y pergamino y, por último, en el contemporáneo papel: LA HISTORIETA. A su vera, brotan del mismo surco dos nuevos retoños de los "mass media" que se le emparientan y beben de su misma fuente: el cine y la televisión.
Acuñando una forma de co¬municación muy propia y peculiar, basada en imágenes, textos, onomatopeyas, signos cinéticos y metáforas gráficas, la Historieta y su expresión "menor" la Tira Cómica, invaden todos los rincones de la "Galaxia Gutemberg" y fundan una nueva mitología de seres fabulescos y cómicos, héroes superpoderosos y seres de ciencia ficción que nos abstraen de la realidad cotidiana, haciendo más llevaderos --o enmascarando- los rigores del diario vivir.
El nacimiento de la Historieta y la Tira Cómica como tal se establece "oficialmente" con la publicación, en julio de 1905, de la serie "Down Hogan's Alley", cuyo principal personaje era un chinito vestido con un camisón amarillo, quien luego se convertiría en el popular "Yellow Kid" (el Niño Amarillo). Ese mismo año se proyectaba al público la primera película de la historia.
No es coincidencia la común fecha de nacimiento de estas dos novísimas expresiones del arte y la comunicación de masas (cine e historieta), como no lo es tampoco su vertiginosa evolución paralela a lo largo del presente siglo. Hablar de una es, en cierta forma, casi como hablar de la otra. Se emparientan, se "coquetean", continuamente una toma de la otra elementos narrativos y temáticos, enriqueciéndose mutuamente y, en ciertos momentos, fundiéndose en una única expresión.
No es coincidencia la común fecha de nacimiento de estas dos novísimas expresiones del arte y la comunicación de masas (cine e historieta), como no lo es tampoco su vertiginosa evolución paralela a lo largo del presente siglo. Hablar de una es, en cierta forma, casi como hablar de la otra. Se emparientan, se "coquetean", continuamente una toma de la otra elementos narrativos y temáticos, enriqueciéndose mutuamente y, en ciertos momentos, fundiéndose en una única expresión.
Inicialmente lúdica, de mera y simple distracción humorística (de ahí su denominación anglosajona de "cómics"), la historieta devino años más tarde en elemento manipulador, promocionando a través de sus aparentemente ingenuos personajes, dudosos valores de connotación ideológica-racista y de otras formas de segrega¬ción étnica, histórica y social.
Un blanco europeo, rey de las selvas del África negra (Tarzán) y otro de la misma factura étnica, erigido en dios rubio (El Fantasma) sin el cual los morenos enanos de una jungla de Bengala, en la India, no pueden resolver sus problemas cotidianos, afirman la "superioridad" de la raza blanca, (europea o anglosajona), sobre los otros grupos humanos que pueblan el planeta, ofreciendo una visión distorsionada de la cultura y la historia universal.
La legión de superhéroes, terrestres y extraterrestres que, seguidamente invade el reino de los "cómics", defiende a brazo partido un mismo concepto de "orden mundial", un mismo esquema ideológico, una única visión del mundo y la historia. No por casualidad la nave que trae a Jor-el (especie de Moisés extraterrestre salvado del cataclísmico naufragio del planeta Kriptón) cae en una granja del medio Oeste norteamericano. Supermán, por supuesto, tenía que ser "gringo" (léase "de raza dominante superior").
La legión de superhéroes, terrestres y extraterrestres que, seguidamente invade el reino de los "cómics", defiende a brazo partido un mismo concepto de "orden mundial", un mismo esquema ideológico, una única visión del mundo y la historia. No por casualidad la nave que trae a Jor-el (especie de Moisés extraterrestre salvado del cataclísmico naufragio del planeta Kriptón) cae en una granja del medio Oeste norteamericano. Supermán, por supuesto, tenía que ser "gringo" (léase "de raza dominante superior").
Pero no todo está perdido para naciente forma de comunicación visual y sus inigualables recursos. Llegan, enhorabuena, los años 60 con su entrépito renovador, sus agudos cuestionamientos al orden establecido y sus nuevos planteamientos, de cara a los viejos y caducos valores de establishment. La oleada revolucionaria de este período especial de la época moderna penetra todos los poros de la actividad humana (la prensa, el cine, la música). La Historieta supuesto, no podía ser la excepción.
De la mano de artistas tales como Robert Crump (autor de "El Gato Fritz"), Vod Bonnie y otros historietistas norteamericanos que llevaron el "cómic" al movimiento "Underground" y del argentino Joaquín Lavado "Quino" y su universal "Mafalda", entre muchos otros, la Historieta alcanza su mayoría de edad. Abandonando su viejo caparazón anodino y convencional, con el que se había ganado el desprecio de artistas e intelectuales alrededor del mundo, al considerarla una forma de "subcultura" manipuladora de masas, la Historieta se hace pensante, cuestionadora, iconoclasta y florece como nueva forma de Arte Mayor.
Hoy por hoy, la Historieta es un arte maduro y desarrollado que, a la par del cine y el video, enriquece el hábitat cultural de la humanidad. Como expresión artística y medio difusor de ideas y conocimientos, la Historieta aún no agota todas sus posibilidades y en plena era del internet y la Aldea Global, la Historieta y sus parientes más cercanos, la Tira Cómica y la Caricatura Satírica, se perfilan como los más efectivos elementos de comunicación visual en la sociedad planetizada del Tercer Milenio.
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1 comentarios:
Acredito, que esta aula do Prof.Oscar Sierra Quintero, deveria ser colocada sempre, como página de rosto, em qualquer livro ou revista, que tenha como tema as histórias em quadrinhos e que queira mostrar e ensinar o valor desta arte, tão linda e tão apreciada, no mundo inteiro. Ela síntetiza, sem perder detalhes, a importância desta maravilhosa forma de educar, sua importância desde os tempos mais remotos aos atuais. Aprecio a maneira inteligente e simples com que o Professor Oscar, conta sua história e nos incentiva e convida a gostar.
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